La frecuencia de las idas al baño puede afectar la salud de los riñones y el hígado.

La función renal y hepática es fundamental para la salud general. Ambos órganos vitales realizan una serie de funciones importantes para el cuerpo, incluida la filtración de desechos. Una dieta equilibrada, ejercicio y limitar el consumo de alcohol son sólo algunas formas de mantener estos órganos sanos.

Sin embargo, un nuevo estudio arroja luz sobre un factor que realmente puede dañar los riñones y el hígado: la frecuencia con la que defecas.

Investigadores del Instituto de Biología de Sistemas (ISB) se propusieron recientemente descubrir qué puede indicarles la frecuencia intestinal sobre su salud a largo plazo. Su estudio analizó datos clínicos, de estilo de vida y multiómicos de más de 1.400 adultos sanos.

A partir de estos datos, el equipo investigador clasificó la frecuencia de defecación según sus propios datos en cuatro grupos diferentes: estreñimiento (una o dos defecaciones por semana); tasa baja (de tres a seis deposiciones por semana); normal alto (de una a tres deposiciones por día); y diarrea.

Según el estudio, la frecuencia intestinal más saludable se observó en el grupo con niveles altos de deposiciones normales: las personas que defecaban 1 o 2 veces al día tenían más probabilidades de tener un mayor número de bacterias intestinales fermentadoras de fibra, lo que a menudo se asocia con buena salud.

Por otro lado, se ha descubierto que ambos extremos del espectro (estreñimiento y diarrea) están asociados con riesgos potenciales para la salud. Aquellos que defecaban con menos frecuencia y estaban en el grupo de estreñimiento tenían signos de función renal disminuida.

Estudios anteriores han demostrado cómo la frecuencia de la defecación puede tener un impacto importante en el funcionamiento del ecosistema intestinal.

Específicamente, si las heces permanecen en el intestino por mucho tiempo, los microbios consumen toda la fibra dietética disponible, que fermentan en ácidos grasos de cadena corta beneficiosos. Luego, el ecosistema cambia a la fermentación de proteínas, que produce varias toxinas que pueden ingresar al torrente sanguíneo.

Para este estudio, los investigadores descubrieron que los subproductos de la fermentación de proteínas derivados de microbios que se sabe que dañan los riñones, como el sulfato de p-cresol y el sulfato de indoxilo, florecían en la sangre de las personas con estreñimiento.

Aquí, en una población generalmente sana, mostramos que el estreñimiento, en particular, se asocia con niveles sanguíneos de toxinas microbianas que se sabe que causan daño a los órganos, antes del diagnóstico de cualquier enfermedad.

Mientras tanto, el estudio encontró que la diarrea se asociaba con niveles más altos de inflamación y marcadores sanguíneos que indican una disminución de la función hepática.

En general, este estudio muestra cómo la frecuencia de la defecación puede afectar a todos los sistemas del cuerpo y cómo una frecuencia anormal de la defecación puede ser un factor de riesgo importante para el desarrollo de enfermedades crónicas. Estos hallazgos pueden informar estrategias para controlar la frecuencia intestinal, incluso en poblaciones sanas, para optimizar la salud y el bienestar.

Para mejorar sus hábitos de defecación, las personas deben esforzarse por aumentar su consumo de fibra.

La fibra ayuda a normalizar nuestra función intestinal y nos lleva a ese punto óptimo donde el microbioma intestinal está óptimamente sano y nuestro intestino funciona al ritmo adecuado sin diarrea ni estreñimiento.

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