Estos 5 hábitos diarios pueden reducir el riesgo de desarrollar demencia

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), cinco millones de estadounidenses mayores de 65 años padecen actualmente demencia. Para 2060, se espera que esta cifra aumente a más de 14 millones de adultos mayores que vivan con deficiencias en la memoria, el pensamiento o la toma de decisiones.

1. No fumar

Probablemente ya sepa que fumar causa cáncer, pero menos personas se dan cuenta de que fumar también está relacionado con la demencia. Algunos estudios sugieren que esto se debe a que las sustancias químicas del humo del cigarrillo pueden aumentar el estrés oxidativo y la inflamación en el cerebro.

Fumar también se ha relacionado con daños en la capa externa del cerebro, llamada corteza. Esta parte del cerebro se vuelve más delgada con la edad. Los investigadores creen que fumar puede acelerar este proceso y provocar una disminución en la capacidad de una persona para pensar y procesar información.

Por último, fumar afecta al corazón, lo que a su vez puede aumentar el riesgo de demencia. La organización señala que fumar puede engrosar las paredes arteriales, aumentando así el riesgo de enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y demencia vascular.

A los 10 años de dejar de fumar, el riesgo de demencia vuelve al mismo nivel que el de alguien que nunca ha fumado.

2. Haz la cantidad de ejercicio recomendada

El estudio de JAMA Neurology también encontró que hacer la cantidad recomendada de ejercicio (al menos 150 minutos de ejercicio moderado a vigoroso por semana) también ayudó a reducir el riesgo de demencia.

El ejercicio ayuda a fortalecer y preservar el cerebro, así como los músculos y huesos. Esto es especialmente cierto e importante para los centros de memoria del cerebro, como el hipocampo .

3. Limitar el consumo de alcohol

El estudio encontró además que limitar el consumo de alcohol a las cantidades recomendadas también puede reducir el riesgo de demencia. Para obtener beneficios para la salud del cerebro, las mujeres no deben beber más de una bebida alcohólica al día y los hombres no deben beber más de dos.

El alcohol interfiere con las vías de comunicación del cerebro y puede afectar la apariencia y el funcionamiento del cerebro.

Sus expertos explican que beber alcohol puede afectar funciones cerebrales importantes, como el equilibrio, la memoria, el lenguaje y el juicio. El consumo prolongado de alcohol provoca cambios en las neuronas, como una reducción de su tamaño.

4. Mantén tu cerebro activo

Las investigaciones muestran que mantenerse mentalmente activo a medida que envejecemos también puede ayudar a prevenir la demencia.

No importa la edad que tengas, si estás sano o padeces una enfermedad neurológica, la ciencia ha demostrado que a tu cerebro le encanta aprender.

La eficacia del cerebro a la hora de aprender o adaptarse puede afectar significativamente la forma en que respondemos a los cambios en el entorno o al trauma a lo largo de la vida.

La neuroplasticidad es la capacidad del cerebro para reorganizarse, formando nuevas conexiones neuronales a lo largo de la vida. Pero hay un problema: para que las neuronas del cerebro formen conexiones que en última instancia beneficien a una persona, esas neuronas deben tener el tipo correcto de estimulación .

Leer libros, jugar juegos desafiantes o aprender un nuevo idioma pueden ayudar a prevenir el deterioro cognitivo. Sin embargo, desafíos incluso más pequeños, como elegir una ruta diferente para ir al trabajo por la mañana o aprender a cocinar una nueva receta, pueden ser beneficiosos para la salud del cerebro.

5. Sigue la dieta MIND o plan similar

Finalmente, la forma en que come también puede afectar significativamente su riesgo de desarrollar demencia a medida que envejece. Un estudio encontró que siguiendo la dieta MIND o un plan de alimentación similar, puedes reducir el riesgo de deterioro cognitivo.

La dieta MIND, una variación de la dieta mediterránea que se centra específicamente en la salud del cerebro, se centra en frutas y verduras frescas, cereales integrales, grasas saludables y proteínas magras, incluidos frijoles, legumbres y nueces. También limita la ingesta de dulces añadidos, sodio y grasas saturadas, que se ha demostrado que son perjudiciales para la salud del corazón y del cerebro.

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